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Hace un mes surgió la idea de esta entrada, pero, ya sabéis, pasan los días volando y siempre se quedan cosas en el tintero. Sin embargo, nunca es tarde para crear, soñar, volar...
Por fin la otra mitad de España podremos movernos con un poco más de libertad, ¡por fin! Pero, ¿Para cuándo los besos y abrazos? ¿Y el salir sin mascarilla y sin miedo? ¿Qué pasará a patir de ahora? ¿Cómo será eso de la nueva normalidad? ¿Habremos aprendido algo de todo lo sucedido? ¿Qué desenlace te imaginas después de todo este tiempo en casa, aislados, viviendo (y sufriendo) en primera persona este acontecimiento histórico?
Te sugiero que dejes que la imaginación y los sueños vuelen, los pongas por escrito y los compartas. Por eso te propongo que des a “comentarios” y compartas tu propio final, ya sea a nivel mundial, local, a corto o largo plazo, realista, imaginario, utópico…
Vamos a por el final 1:
Los ciudadanos se dieron cuenta de que vivir rodeados de cemento, como sardinas enlatadas, no era bueno ni sano, que agobiaba y era inhumano. Los que no pudieron (o no quisieron por prudencia) "escapar" a tiempo, soñaban con su segunda residencia en un pueblo.
Cuando acabó el confinamiento, se produjo un éxodo masivo de las ciudades. Unos 500.000 habitantes de Madrid y 20.000 de Segovia fueron a vivir de forma permanente a un pueblo. De esta manera los que tenían 100 habitantes pasaron a tener 300, los de 400 pasaron a 800 y así es como muchos duplicaron o triplicaron su población y aumentando a su vez los servicios y el transporte público. Las casas derruidas fueron levantadas de nuevo. Las panaderías reabrieron y los antiguos panaderos ya jubilados traladaron sus conocimientos a los nuevos artesanos. Las escuelas que hacía unos años cerraron, volvieron a abrir sus aulas y los pequeños consultorios tuvieron médico y enfermera de forma permanente. Muchos hosteleros que se habían quedado sin trabajo, habían decidido estudiar durante el confinamiento y en unos años pasarían a vivir en el pueblo ocupando los nuevos trabajos de artesanos, agricultores, sanitarios, maestros…
Las personas se habían dado cuenta de la importancia de la música y el arte y se crearon nuevas escuelas de música, teatros, bibliotecas, etc. De esta manera, la población comenzó a valorar, cultivar sus habilidades artísticas y a demandar más actos culturales por lo que los artistas, lejos de sus previsiones, comenzaron a tener más y más trabajo. Muchos estadios de fútbol tuvieron que pasar a convertirse en auditorios por falta de afición futbolera ya que la gran mayoría prefería jugar a ese u otros deportes que contemplar a los deportistas de élite en el asiento de un estadio o en el sofá de su casa.
Hubo gente que, tras tanto tiempo encerrada, había comenzado a hacer, además de batas y mascarillas, camisetas, faldas y otras prendas de vestir. Cuando paró el decreto de alarma, comenzaron a venderlo en mercadillos; tenía tanta aceptación que las grandes tiendas de moda, entre ellas Inditex, tuvieron que cerrar sus tiendas en España por falta de compradores.
También cerraron definitivamente las tiendas de chinos. Todo el mundo compraba en bazares españoles (que tras la crisis sólo tenía proveedores de España y Europa) y en las tiendas de su barrio y no solo eso: evitaban las primeras marcas y buscaban productos nacionales. Fue tal la respuesta solidaria, que las grandes superficies tuvieron que ser clausuradas; esto benefició a pequeños productores locales que recuperaron en poco tiempo lo que habían perdido y, en consecuencia, se fue reduciendo paulatinamente la exportación y la importación de productos.
Es así como la economía, lejos de lo que se pensaba, se fue recuperando por el aumento del consumo local y la huella de co2 no volvió a estar a los niveles tan elevados anteriores al confinamiento.
Bueno, paro ya, que esto engancha.
Se puede continuar esta historia o crear una nueva. ¡A crear, soñar, volar...!