miércoles, 24 de octubre de 2012

VA DE NIÑOS


Estaba de visita, y de repente una niña empieza a pulsar sin parar el botón del ascensor.

- ¡Para ya, que lo vas a romper! - Exclaman a lo lejos.

Viendo que nadie le hacía caso, me he dirigido a ella, la cual me dedica su mejor sonrisa.

- ¿Qué quieres?

Haciendo un esfuerzo la he podido entender... Quería agua. 

He ido a rellenar su botella y se la he entregado a cambio de que dejara de llamar al ascensor.

Intento retomar la conversación con mi favorito, y veo que otras dos se empiezan a pegar.

- ¡Pero vamos a ver! ¿Esto que es? 

Me miran anonadadas, paran y siguen pasando el tiempo como pueden.

Por fin vuelvo con él. Le limpio las gafas, le escucho y me escucha, le observo y cuando se nos acaba la conversación, me despido.

- ¡Hasta pronto!

Él medio gimiendo dice:

- Eso espero, ya sabes donde estoy. Que tengas salud.

No podía irme sin despedir a mi niña favorita y, como siempre, me he encontrado con ella. Me encantan sus ojos. Anhela aquellos tiempos en los que era otra. Es sabia; aunque sus compañeras le atacan, ella tiene claro que no va a ponerse a su nivel. Me regala una sonrisa especial y me marcho.

Así es un día de visita en la “resi” de mi abuelo.

Son niños especiales. En su día aprendieron a andar y ahora en vez de usar carricoche, necesitan silla de ruedas. Aprendieron a hablar pero a veces pierden el habla de repente, como aquella de ojos azules cuyos gestos y gemidos no entendía. Aprendieron a vivir y así lo hicieron, pero ahora viven el día a día lo mejor que pueden esperando pasar a mejor vida. 

Aquí dejo mi homenaje a los abuelos, en especial al mío, que es un tesoro de mi infancia. A todos les admiro; y también a los que cada día les acompañan, a los que les escuchan, a los que les visitan, a los que les cuidan... 

¡Olé por ti, abuelo!