martes, 17 de julio de 2012

LA GENEROSIDAD FLORECE

Anoche cuando me enteré de que mis dos reinas moras (dos hermanas morenitas con mucha alegría y carácter) tenían audiencia y había posibilidades de que no volvieran al hogar, me entristecí. Me dolió la justicia injusta, no entendía por qué estos niños que aquí tienen la posibilidad de recibir cariño y todo lo que los “Derechos de los Niños” dictan, de un día para otro corrían el riesgo de volver con sus familias. Puede sonar raro eso de que volver con la familia sea un riesgo, pero es que verdaderamente lo es. Si estos niños han llegado aquí con una gran desnutrición cuyas consecuencias cargan y cargarán, si han llegado muchos sin haber asistido a la escuela (hablamos de niños de hasta 12 años), si muchos han sido abandonados… ¿Cómo van a estar mejor que aquí con aquellos que les hicieron lo citado? No entiendo que los niños estén a merced del antojo de sus familias.
Pero no me quedó más remedio que aceptar la posibilidad de no volver a jugar con ellas, de no volver a enseñarles canciones, a comérmelas a besos, a hacerlas trencitas, fotos…  Anoche me despedí de ellas sin decirlas “adiós”. Acurruqué a la pequeña en mis brazos y la balanceé hasta que se durmió. Traté de dejarla en la cuna, volvió a llorar, volví a tenerla en brazos y dormida la acosté en su lecho.
El día ha sido bonito. Me doy cuenta de la generosidad de la gente. Aunque no lo creáis el mundo no va a peor, sino a mejor. Porque en silencio, mientras nos bombardean de malas noticias, la generosidad florece y da su fruto. Si no fuera por la solidaridad, este hogar no se podría mantener. Decidme, ¿de dónde podrían sacar las hermanas el dinero para pagar comida, ropa, material escolar, médico y medicinas, la gasolina para el carro, para pagar a los empleados que aquí trabajan?
La generosidad florece. Hoy llegó al hogar una pareja de estadounidenses que además de regalar su tiempo,  han regalado a los niños juguetes, ropa, material escolar… Cuando veía a esa gran mujerona recibiendo el abrazo de los niños, pude percibir la satisfacción que ella estaba sintiendo.
La generosidad… Un buen amigo de las hermanas ha movilizado a la gente de Puerto Barrios y gracias a cientos de granitos de arena han traído una gran cantidad de leche en polvo para alimentar a los más pequeños. Gracias a ellos esta tarde pude dar la pacha (el biberón) a mi pequeño Alan. Gracias a ellos ese niño dejó de llorar porque tenía alimento.
Y un final más feliz todavía. Regresaron al hogar las morenitas de la casa. La justicia fue justa. No podéis imaginaros la alegría que nos ha dado volver a verlas, volver a abrazarlas...
Y recuerda, en medio de este mundo que solo habla de lo malo, hay muchas semillas de solidaridad.
P.D. Si puedo, otro día subo fotos que acompañen al texto, que ahora mismo Internet va lento.

miércoles, 11 de julio de 2012

LIVING IN LIVINGSTON


En la lancha, rumbo a Livingston.

La primera vez que vine a Guatemala, hace 4 años, el hogar de Puerto Barrios estaba en construcción;  así que pasé la mayor parte de mi estancia en Livingston.  Si quieres saber dónde está cada lugar, mira en el google maps.                                                                                             
                                     
¿Te imaginabas un internado así? Pues este es.

Si Puerto Barrios es una ciudad portuaria con mucha gente, con carreteras pero sin aceras, con muchas avenidas y calles, con casas de todo tipo, tiendas, gente pintoresca… Livingston es un pequeño municipio al cual solo se puede acceder en lancha; dista de Puerto Barrios unos 25 minutos en dicho medio de transporte por una hermosa bahía. Es como un pueblo donde apenas hay coches (carros, como dicen aquí), donde conviven queqchís, garífunas y ladinos junto con los turistas que se acercan, con cuestas casi como las de Segovia, sin Acueducto pero con un gran monumento natural llamado mar, con sonido de marimba...
Cuando las hermanas llegaron a Guatemala para supervisar las obras del hogar, les encomendaron un internado en Livingston que fundaron hace años los claretianos pero con el paso de los años había pasado por diversas manos y necesitaba alguien que lo levantara, que lo renovara, que enseñara disciplina, que lo hiciera más digno.

 

El coro de Kateri en la misa del domingo.
Aquí mucha gente vive en aldeas que yo comparo con pequeños caseríos. Estas son distantes y poco accesibles. En ellas hay colegios de Educación Primaria, pero si los indígenas que quieren seguir estudiando, tienen que ir a municipios más grandes. Por eso está Kateri (el internado lleva el nombre de la primera santa indígena), para que puedan residir y continuar sus estudios.


Además hace tres años construyeron también un colegio en el mismo recinto y con el mismo nombre que tiene desde lo que equivale a infantil hasta digamos que formación profesional y bachillerato. Mi labor aquí es enseñar canciones de viernes a domingo.  Son unos 20 los internos y son, como digo yo, muy “musiqueros”, así que yo les enseño cantos para la misa de los domingos y luego las adaptan a ritmo de marimba.

El señor con el carritode los helados, mujeres queqchis...
Livingston es un lugar… distinto. Me gusta porque uno puede salir y pasear por las calles, pararse en los puestos típicos, observar a los garífunas que conversan en su particular idioma, mirar cómo pasean la mamá queqchí con su hija. Aquí todo el mundo te saluda y los tenderos te llaman amiga para llamar tu atención. Me gusta Livingston.



miércoles, 4 de julio de 2012

MADRE, HERMANA Y TÍA

Ya estoy de nuevo en Guatemala, en Puerto Barrios, en el Hogar de niños “ntra. Sra. de la Asunción.”
Una de las cosas que más me gustan son los reencuentros: volver a ver a la gente, a amigos, a niños… Hoy me decían que parece que fue ayer cuando me fui diciendo que volvería y ya han pasado 2 años.
Quería empezar con una palabra de bien nacidos…
GRACIAS
Me gustaría poner un GRACIAS más grande, tal que así:
    GRACIAS
Y es que no encuentro manera de expresar el agradecimiento ante vuestra generosidad. Gracias por confiar en mí a la hora de realizar vuestros donativos que desde ya están sirviendo para comprar pañales, comida…  Y es que si es difícil sacar adelante a un niño, imaginaros lo que puede ser criar a 26, entre ellos 8 bebés. El más pequeño, Alan, tiene 3 meses y da una ternura tenerlo en brazos…
Gracias de parte de Sor Aracely, la directora del hogar, del resto de hermanas y sobre todo de los niños que aunque no los conocéis ni os conocen, he de deciros que sois sus padrinos.
Gracias por los medicamentos, gasas, vendas, termómetros… También, por desgracia, han tenido que hacer desde ya uso de ellos, y es que ya sabéis los que sois papás o médicos que eso de la fiebre es algo que está a la orden del día especialmente en los bebes.
Gracias por vuestros ánimos, comentarios, muestras de cercanía…
Estar aquí, en el hogar, es ser madre, hermana y tía.
Madre porque muchos ya me llaman mama o mamita… Qué bonito, ¿verdad? Y a la vez, qué duro es que esos niños llamen mamá  a cualquiera que se acerca a ellos con un ápice de cariño porque sus verdaderas mamás no quieren saber nada de sus hijos.
Hermana porque hago esa tarea propia de hermanos mayores que consiste en ayudarles a hacer los deberes, buscar información en Internet, hablar con ellos, escucharles…
Tía porque con  algunos lo único que hago es jugar con ellos y darles mimos (les chineo, como dicen por aquí). Soy como la tía que ha llegado de lejos simplemente para estar con ellos, para agarrarlos en brazos, hacerles cosquillas, darles dulces…
Os dejo con un video para que conozcáis a los más pequeños del hogar.