Melilla es así: de colores. Yo, cristiana, puedo jugar con niños musulmanes, hablar con sus padres y hermanos, visitar un templo hindú y recibir alegre el saludo del judío que el otro día me enseñó la sinagoga. La belleza de ese lugar me atrevo a decir que supera con creces la crueldad de esa valla que nos enseñan en la tele, como si la ciudad fuera solo eso.
Mientras yo trabajaba con melillenses en las colonias urbanas, similares a los campamentos urbanos, otras compañeras estuvieron con niños sirios. Apenas se comunicaban por el idioma, pero cuenta una amiga que los niños hacían castillos de arena en la playa y los derribaban simulando bombardeos para explicar que en su país había guerra...
No entiendo los conflictos que nos quieren hacer creer que la religión es motivo de división y muerte.
Pero lo que en realidad me pregunto es ¿quién alimenta la guerra? ¿A quién le interesa que haya armas, que muera gente? Está claro, les interesa a los que quieren pudrirse de dinero.
He leído y escuchado testimonios sobrecogedores sobre Gaza; nos muestran como si fuera natural imágenes horribles... No entiendo por qué nos "enseñan" lo que pasa mientras algunos se enriquecen a costa de esto, por qué nos muestran el horror como si fuéramos simples espectadores...