Dakar es una ciudad con olor a carburante y sabor a mango. Su banda sonora es la del imán que a cualquier hora sorprende con sus rezos. El color no está definido; lo ponen sus gentes, ya sean las mujeres con sus vestidos de vivas telas, los puestos de fruta, zapatillas o qué se yo. También lo conforman el cielo que con sus nubes dibuja formas variopintas, el sol que con su movimiento añade diversos tonos contrapuestos a la lluvia que paraliza la vida en las calles, las ceibas y otros árboles o el mar. El carácter es alegre y amable gracias a la gente.
La gente... Nunca olvidaré a esa gente: a los que pregunté y en vez de darme indicaciones apuntando con el índice me acompañaron hasta la puerta de la tienda; a aquellos con los que, gracias a que hablaban inglés, pude entablar conversación, me invitaron a sentarme a su lado o, como aquel afable vendedor de palomitas, no me querían cobrar; aquella mujer que a pesar de regatear por unos mangos e irme sin comprar me saludaba cada día. Difícil es olvidar a tanta gente que hacía vida en la calle, en especial a los que me encontraba en la Route de Fann, “mi calle”, y sus perpendiculares: los tejedores que trabajaban casi sin parar de lunes a domingo, los vendedores de café, galletas, móviles, bolígrafos y todo lo que uno pueda imaginar; los pintores de manteles, las vendedoras de mangos, maíz o cacahuetes, como aquella adolescente que amablemente nos atendió en una ocasión.
Moverse por Dakar da mucho juego: puedes montar en un autobús o en un “car rapid”, esa furgoneta con ojos y multicolor, con nombres y fotos de marabús en las que, formando un tetris, podía entrar y sentarse mucha gente. Qué decir de los viejos taxis amarillos y negros, la mayoría destartalados, con la luna o las puertas rotas; regateando te llevaban a cualquier parte, eso sí, siempre cogiendo aire, mucho aire ante la loca circulación o los cruces sin señales, semáforos ni rotondas. Eso sí, puedes montar en un taxi con la gran tranquilidad de que te van a llevar a tu destino, vayas sola o acompañada, sea de día o de noche (aunque a partir de cierta hora, si no te llevan es que ya no les apetece trabajar); esto es algo que no sucede en cualquier lugar.
La religión envuelve la ciudad y lo que conozco del país. Llegué en pleno ramadán y cada mañana a las 5:30 me despertaba el imán. A las 6 repicaban las campanas de la iglesia con fuerza y 10 minutos después un pájaro con canto curioso me impedía seguir durmiendo. Podía ir a una tienda y encontrar al tendero con la alfombra extendida rezando, pero si hay algo que me impresionó fue aquel día que, yendo a la estación (no te imagines una estación de autobuses, sino un solar con cientos de coches de 7 plazas “sept place”,furgonetas y autobuses, cada cual más viejo), a eso de las dos encontramos filas interminables de hombres que habían dejado por un momento su puesto de trabajo frente a su alfombra rezando en medio de un profundo silencio; eso es para verlo. Pero la fe de los cristianos también conmueve, y su forma de manifestarla con cantos bellos y alegres, perfectamente armonizados y acompañados por djembés y otros tambores, con un gran respeto, inclinaciones de cabeza y mucha sencillez. Aún así, lo que más me sorprende de Dakar y de los lugares que he conocido de Senegal es el respeto entre las religiones: ser cristiano o musulmán no es impedimento para entablar diálogo o amistad, no supone rivalidad alguna... Es admirable.
Es difícil describir una gran ciudad en unas líneas, pero puedo añadir que si metes en una gran ensaladera un puñado de taxis, otro de carros de caballos, un kilo de cabras, 5 de mangos, un montón de gente (mujeres guapas y arregladas y hombres con vaqueros o túnica y bonet) y tiendas, muchas tiendas, casi tantas como viandantes, si añades edificios de diversos tipos (nuevos y viejos, grandes y pequeños), mezquitas, chabolas, carreteras y arena, todo bien batido, sale Dakar. Os dejo con un vídeo ilustrativo. Un paseo por Dakar from Pili Vanili on Vimeo.
Es más grande de lo que parece; está cargada de ropita de bebé, patucos, pañales... Va también ese simpático osito. Pero hay que añadir lo que no se ve: la ilusión y la generosidad. Esa maleta va cargada de vuestra ilusión, de la mía y de vuestra generosidad. Mil gracias a todos por vuestra aportación, por vuestros donativos; no sé si sois conscientes del bien inmenso que hacéis. Pasado mañana parto a la Pouponniere de Dakar; como me habéis dicho, estoy segura de que va a ser una experiencia inmensamente enriquecedora. Termino con un verso de una oración popularmente atribuida a San Francisco: "PORQUE DANDO SE RECIBE"
El año pasado, mientras estaba en Guatemala, un grupo de jóvenes fue Bella Vista, un precioso y entrañable lugar boliviano con gente encantadora. Todo esto gracias a la Pastoral Universitaria de Granada y la fundación Ahoringa Vuelcapeta (esta última surgió por la primera). Os contaría mil cosas, pero os dejo este vídeo que lo explica todo muy bien.
Cuando uno vuelve de misión, pero sobre todo, cuando uno se ha entregado de veras, recibe tanto que vuelve con el corazón tocado. Entre ellos había gente que a su vuelta se encontraba con la cruda realidad laboral. ¿Qué hacer ante esto? Aurora y Adeli lo tuvieron claro. No os lo cuento, os lo enseño.
Ahí están como dos campeonas, como dos valientes; por gente como ellas es por lo que en el mundo existen semillas de esperanza. Pero ahí no se queda todo; la misión engancha y se contagia. Por ello mi amiga Sandra, con la que comencé mi aventura misionera en nuestra querida Venezuela hace 7 años, irá a finales de julio a compartir el tiempo y la vida con Adeli, Aurora y tanta gente entrañable que ahí se encuentra.
Hace unos minutos hablaba con sor Aracely, mi amiga chapina que tanto bien hace, junto a sus hermanas de comunidad y otras gentes, por los niños y adolescentes de Livingston y Puerto Barrios. Por ahí los días se suceden como aquí y mientras unos niños marchan, otros llegan, algunos permanecen el el Hogar y todos los que pisan por ese lugar experimentan un amor y cariño auténticos. El “profe” Gustavo Ajuria, buen ejemplo de entrega desinteresada, acaba de terminar una campaña de recogida de pañales para los bebés con mucho éxito siendo de gran ayuda para las hermanas. Por gente como ellos se siembra en el mundo semillas de esperanza.
Bea este año se queda trabajando, ella es misionera en su trabajo, en su hospital, como Elena. Qué necesario es en un lugar al que llegan tantas malas noticias gente como ellas que no hacen su trabajo sin más: hablan, escuchan, cuidan y curan a sus pacientes no solo con gasas, jeringas y medicamentos; también con miradas, gestos y caricias que sanan.
Bea el año pasado fue a Haití; este año irán otros, entre ellos Nati, también compañera de misión en Venezuela. Ellos irán a un país desolado por la pobreza material pero con gente de una gran riqueza espiritual y de valores. Por gente como ellos es por lo que en el mundo brotan semillas de esperanza.
Yo este año no cruzo el océano; me quedo más cerca, en un continente que siempre he querido conocer: África. Iré a la Pouponniere de Dakar. Todo comenzó el día que vi esto en la tele:
Estaba comiendo con mis padres y cuando lo vi pensé en alto: “me gustaría ir ahí, estar con esos bebés”. Dicho y hecho; me puse en contacto con la hermana Justina, busqué el billete y en agosto estaré ahí queriéndoles, recibiendo sus sonrisas, agarrándolos de sus manitas, comiéndomelos a besos...
El año pasado pedí vuestra colaboración material y económica y me sorprendió que a nivel económico fue el año que más dinero se recaudó. Me sorprendió, me admiró y me alegró; tengo en mente tantos gestos de generosidad. Ahora que experimentamos en nuestras propias carnes la falta de dinero, de recursos, las desgracias, las bajadas de salario junto a la subida de los precios, ahora que tenemos familiares en el paro, amigos que se han quedado sin casa... Ahora es cuando estamos empezando a comprender lo que pasa en las otras tres cuartas partes del mundo. Es en estos momentos cuando nos donamos, cuando nos movilizamos, cuando nos preocupa no solo nuestra situación sino la de los que están a nuestro lado. Me atrevo a decir que los ciudadanos estamos más unidos que nunca.
Este año, como otros, os pido ayuda, os quiero decir de parte de tantos que el mundo te necesita, por ello voy a recoger donativos y a diferencia de otros años, en vez de ir al lugar donde yo voy irá a donde vosotros me digáis. Para ello habilitaré esta cuenta:
0049 5415 43 2497404293
En el asunto podéis poner el lugar donde queréis que vaya el dinero. Puede ser: Bolivia, Guatemala, Haití o Senegal y más concretamente Bella Vista, el Hogar de Niños de Puerto Barrios, el barrio de Tabarre en Puerto Príncipe y la Pouponniere de Dakar respectivamente; irá de nuestra mano a los responsables; ya sabéis que este dinero SÍ QUE LLEGA. Sandra lo llevará a Bolivia, Nati a Haití y yo lo haré llegar a Guatemala y a Senegal. Si no ponéis nada en el asunto, lo repartiré entre Senegal y Haití. Hasta el 25 de julio podéis hacer vuestras aportaciones.
Además Sandra llevará en su maleta lo siguiente (os copio tal cual lo que la escribieron que necesitaba y reenvió):
“Lo que más nos urge son cosas para la guardería, así que aquí va la lista: - Puzzles para diferentes edades (de 0 a 6 años). - Cuentos variados (de 0 a 6 años): las profes nos han hecho hincapié en que si hay de esos para meter en el agua, mejor (para los que no entiendan son esos que son monotemáticos: los colores, las formas, los animales...etc). - Libros de texto de 0 a 6 años, no tienen nada de material escolar en el que basarse para dar las clases (una pena!!!) a ver si en vuestros coles de infantil, en las guarderías de vuestros sobrinos, conocidos y demás os dan algún libro que no estén usando o de otro año... - CDs con películas infantiles tipo Dora exploradora, Little Einstein... (que sean de capítulos y educativos para que puedan ponerlos de vez en cuando a los niños). - Sacapuntas. - Marionetas de dedo. Para los niños del internado y del juvenil: - Películas variadas de Disney, otras de actualidad, con mensaje, etc... las que hay están muy rayadas.”
Yo llevaré a Dakar todo lo necesario para bebés de 0 a 12 meses - Medicamentos como apiretal, supositorios para la tos, Nutri-cel o similares con vitaminas A y D... - Pañales de plástico y de algodón.
- Baberos.
- Ropita (nueva o seminueva).
- Música para bebés.
Si podéis y queréis colaborar de esta manera, poneos en contacto conmigo vía email o hablamos por teléfono.
Solo me queda decir... GRACIAS de antemano, de corazón, por vuestra generosidad. Os tendré al tanto de la recaudación material y económica, de mi viaje y si puedo de los viajes de mis compañeros.
Lo reconozco; antes no entendía qué hacían en la calle, por qué trabajaban a ras de suelo, con cabeza gacha y un plato, un gorro o la mano extendida . No entendía por qué no cogían un instrumento y ponían color a las calles; en ese caso y por mi parte, habría caído algún centimillo. Además, ya sabes lo que dicen: que reciben ayudas, que hay organizaciones que les dan comida y ropa, pero piden para gastárselo en bebida, tabaco o droga.
Así pensaba yo hasta que hice una labor de voluntariado un sábado por las calles de Madrid. Nos introdujeron en la tarea las Hermanitas del Cordero, unas religiosas cuya labor es acompañar a los mendigos. No les dan comida, ni ropa, ni dinero... Les dan su tiempo, su compañía. Hace poco me dijo un amigo que “quien te dedica su tiempo, te está dando algo que nunca recuperará”.
Pues bien, ellas nos explicaron que para entablar conversación con ellos lo mejor es hacerse como ellos. Así que nuestra aventura comenzó dejando los bolsos y mochilas en casa de las hermanas. A partir de ahí, de tres en tres, fuimos por pleno centro de Madrid. Ir por Sol o por la Calle Mayor sin un céntimo, sin el móvil, sin nada... Es como ir desnuda ¿De qué sirve mirar los escaparates si no puedes comprarte nada? Así es como hoy día se sienten muchos, no lo olvidemos.
Primero encontramos a Sergio, un malagueño de unos 50 años que lleva más de 20 custodiando la puerta de una iglesia esperando una limosna. Su mujer está ingresada en una residencia por alzeimer y su hijo está estudiando. Él ha sido operado hace poco tras un infarto y la ayuda que recibe no es suficiente para sacar adelante a su hijo. Su mayor pesar es que su mujer no le reconozca y su día a día, escalofriante.
En la puerta de una administración de loterías estaba María, mujer de 80 años, con ojos llorosos, y largo cabello blanco. Había vivido mucho años en Venezuela y regresaron su hija y ella junto con el nieto pensado en la educación de este último. A la hija la operaron hace unos años. Viendo que no les llegaba el dinero para seguir adelante, en vez de quedarse en casa, decicidió salir a la calle. ¡Qué valor el de esta mujer!
Como ves, la vida de estas dos personas tiran por tierra lo escrito en el primer párrafo. Qué mala manía tenemos de generalizar, de poner etiquetas, de juzgar y criticar sin tener conocimiento de causa.
Hoy iba por Segovia y me he parado a conversar con Kevin. Él es extranjero. Cuando llegó a España, había trabajo y se compró un piso. Él es otra de las víctimas de los deshaucios. Ahora, con una mujer y tres hijos, no tiene trabajo y ha echado su currículum por todas partes. Lo tiene claro: dice que prefiere estar en un escalón en la calle esperando que le echen unas monedas que delinquir. - Confío en Dios, confío en que esto va a cambiar- me decía.
Me he acordado del almendro, el único árbol que veo desde mi casa. El día que lo podaron estaba tan feo... No entendía que de repente lo dejaran sin ramas, que le privaran de unas cuantas primaveras sin flores. Y sin embargo, esa poda, hoy hace que tenga las ramas más fuertes y frondosas.
Hoy he tenido la gran suerte de compartir mesa en la comida con Mariqui Dueñas. Cuando la oigo decir que era nadadora y tras un accidente su vida cambió, que fue a Filipinas y dándose a los demás sintió que quería ser Misionera de la Caridad, que pudo hablar personalmente con la Madre Teresa de Calcuta y pedirla formar parte de la congregación, me he dado cuenta de que ya había escuchado en otra ocasión ese testimonio estremecedor. Poder hablar con gente como ella es un privilegio, porque es de esas mujeres que mueve el mundo con sus manos, porque interroga y persuade, y si no me crees, ahí lo tienes.
Estaba en casa y me ha dado por ver el resultado de los Goya. Entonces, he visto cómo Juan Antonio Bayona entregaba su estatuilla a María Belón.
Una vez más en este sábado, me he sorprendido. Entonces, me ha dado por conocer un poco más a María Belón, la mujer que sirvió de inspiración para Lo Imposible.
Mi conclusión he de expresarla con un lenguaje vulgar porque no encuentro otra manera de poner nombre a lo que pienso: en el mundo hay mujeres cojonudas, mujeres valientes que son capaces de hacer cosas inimaginables, mujeres luchadoras que ante la adversidad no se vienen abajo, sino que alzan la mirada armadas de valor. Y es así como ha venido a mi cabeza esta canción de Presuntos Implicados:
La mujer que mueve el mundo con sus manos no descansa, no tiene calendario y hace girar el día a su compás, y hace feliz de tanto como da.
La mujer que mueve el mundo con su cuerpo es tan joven que no entiende de sexo y tiene mil colores en la piel, y tiene mil dolores en su ser y tiene mil deseos por cumplir, por ejemplo ser feliz.
La mujer que mueve el mundo con su boca no se deja amilanar por la derrota y habla y tiene tanto que decir, y habla hasta encontrar la solución confiesa su temor y su pasión para sobrevivir.
La mujer que mueve el mundo con sus ojos ve tan sólo la vida de reojo y quiere ser la novia en el altar, y quiere ser el pobre en el portal.
La mujer que mueve el mundo con sus sueños de ilusiones va pintando los empeños y sueña con llegar a ser mejor, y sueña con un mundo sin verdad, y cree que algo se puede cambiar de esta realidad; por ejemplo ser feliz solo para sobrevivir. La mujer que mueve el mundo con sus manos.
Mujeres y hombres: que no no cansemos de mover el mundo con nuestras manos, de moverlo siempre para bien, siempre en pro de la paz y del amor, de la dignidad y del respeto.