Aquí os dejo con la primera parte de mi viaje.
En el avión, 4 de julio de 2008
Este sueño poco a poco va tomando forma; del mundo etéreo del pensamiento pasa a estar en el espacio y en el tiempo; a ser material. Los ojos quieren caerse, pero quiero esperar al despegue.
Temblorosas por no saber si los “granitos de arena” (las maletas) podrían pasar en su totalidad, al llegar al mostrador de Iberia, efectivamente, nos dicen que no podemos pasar más de 23 Kl. por maleta. El susto se aplaca cuando nos dicen que volamos con American Airlines. ¿Si? Claro, no lo recordaba…
Tras muchas tontas preguntas como “¿dónde ha comprado el móvil” (pues en la tienda) ponemos la maleta en el lugar… Ah, no; antes le he preguntado con miedo si podía pasar un bolso con alcohol sanitario, ropa, material escolar… Pues bien, salvo el alcohol que es inflamable, todo lo demás, añadiendo las dos maletas con más de 60 kilos juntas han pasado y no ha habido problema con la guitarra y la maleta de mano.
Esto se pone en marcha, luego sigo.
En el avión, 13:13
¿Por dónde empiezo? Acabo de medio comer: lo más rico ha sido el pan con mantequilla, el pastel y el azúcar: bienvenidos a “come lo que puedas”. Digo yo que pasado un tiempo comeré más de todo un poco, no hay más remedio que adaptarse, pero la vinagreta ,el brócoli, y la salsa de la carne pa’l perro. Tal vez aparezca el Tom a comérselo, pues estamos en el cielo [1].
Rodeada de gente pintoresca, tal vez la extraña sea yo y no me doy cuenta… Destaca entre esos americanitos que siempre he mirado tal vez con un poco de desprecio, un pelucón que pareciera postizo con una nariz como la de Adrien Brody; qué decir de ese personaje regordete y semiartificial, o de las azafatas americanazas más culonas que yo con cara peliculesca.
Gracias a mi escaso inglés no he sabido pedir una manta sino con lenguaje de signos. Negativo de este vuelo es que creo que por primera vez viajo en pasillo, con lo que me gusta mirar el algodón, y el azul de los dos colosales[2].
Fotos, fotos y fotos: yo quiero ser como Sandra, por eso me empeño en hacer fotos como ella.
No puedo, me entra la risa cuando hablo en inglés. No he sido capaz de decir “oren yuis” y no he pedido nada de beber.
[1] Tom era el perro que teníamos en el pueblo, el perro de mi infancia.
[2] Los colosales son el mar y el cielo.