lunes, 28 de junio de 2010

JOSEPH

Joseph es el seudónimo que se me acaba de ocurrir para un niño que hoy va a ser el protagonista.

Joseph es un niño al cual encontraron junto a su familia en una nave. Ha sido alumno mío durante unos meses y me sorprendía lo bien que cantaba y su entusiasmo. También se llevó alguna riña por meterse con sus compañeros y pasarse de la raya… Tras verle como alumno uno puede pensar que es un niño revoltoso.

Hoy pasaba por un lugar céntrico de Segovia y le he visto cantando ante unos adolescentes. Al verme, se ha parado, se ha sorprendido, se ha alegrado y ha empezado ha hablarme, a cantar, a contarme historias…

Me ha contado que ha acabado el colegio, me ha cantado alguna canción de Hanna Montana, me ha pedido 20 céntimos… Mi primera reacción ha sido decir que no tengo dinero. Me ha preguntado por su tutora (hace unos meses se cambió de colegio), me ha dicho que le diga que la quiere mucho, me ha preguntado por sus compañeros…

Yo le escuchaba atenta y le miraba a la cara, y también me he fijado en su ropa sucia, en su aspecto…

Pronto volverá a su país en autobús, me lo decía con pena… Y yo también he empezado a sentir pena. Hace unos meses le miraba como alumno, hoy le miraba como niño y trataba de meterme en su vida, de hacerme una idea… Me pregunto cuánto de lo que me ha contado será verdad, pero si me ha mentido lo entiendo, lo comprendo, porque su vida no es fácil y detrás de un niño problemático suele haber grandes problemas.

Finalmente he ido al kiosco con él.

- Ya no tienes el pelo rojo. – Me pregunta.
- Es que me he cambiado de color.
- Mira, me encanta el pelo de esa señora.
- Sí, es muy bonito.
- Mira yo lo tengo verde.

Pensé que se refería al pelo, pero eran sus ojos.

- ¿Qué quieres?
- Lo que tú digas.

Así que ha acabado con una bolsita con chucherías.

Y podría seguir contado… Le he dicho que tendría que hacer algo de música, tiene tanto talento…

Pero no todos tenemos las mismas posibilidades.

Me he despedido y me he ido con una sensación rara. Pronto me iré a Guatemala y resulta que no hace falta ir lejos para encontrar niños sin posibilidades, niños sin infancia, niños que mendigan por las calles…

He cogido el coche y me he ido, pero al pasar por donde he encontrado a Joseph he vuelto a mirar y me ha parecido verle hablando con gente mayor. Intuyo que su vida es mendigar un poco de atención y unos centimillos. Me inquieta su futuro y me gustaría hacer algo por él. Tal vez mañana vuelva a ese lugar a pasar un rato con él, pero quien verdaderamente va a enriquecerme es él a mí, no yo a él.

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